Katz Deli Unboxing Triple Classic de Katz Delicatessen
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Creo que la clave del éxito de una fabada son los buenos productos del cerdo (especialmente la morcilla ahumada y el chorizo) y las buenas judías. A veces sustituimos los judiones de la granja, pero intentamos traer suficientes fabes de Asturias para que nos duren un buen rato. Y la técnica de Pelayín de agitar ligeramente la cazuela (en lugar de remover) y añadir el agua fría ayuda mucho a que las judías no se pasen de cocción y se rompan.El plato de almejas es fabes con almejas (con azafrán). Es diferente y más sencillo que la fabada, uno de mis platos favoritos. Pero sólo si puedo conseguir las pequeñas y delicadas almejas que usan en Asturias.
slkinsey, si estás en NY, Despana Brand Foods, una tienda de comida española con sede en Queens acaba de abrir una sucursal en el centro de Manhattan. Tienen productos asturianos secos (caros, pero valen la pena) y chorizo y morcilla muy decentes. Yo hago fabada todo el tiempo con sus productos -hay una receta en mi libro, The New Spanish Table- y sale muy bien. Si no quieres que el plato quede graso, puedes escaldar los chorizos en agua hirviendo primero durante un par de minutos.
Pastrami casero ahumado al estilo Katz’s (RECETA ENTERA)
Cortamos las manzanas y, con un poco de aceite, las freímos a baja temperatura durante 4 minutos. Ahora, y con muy poco aceite, salteamos la morcilla desmenuzada y sin piel junto con la cebolla caramelizada y la ramita de vainilla; cuando esté lista, dejamos escurrir la grasa y procedemos a mezclarla con los trozos de manzana.
Estiramos una hoja de pasta brick y la cubrimos con el relleno; ahora, envolvemos a nuestro gusto y cerramos, aplicando la pintura con el líquido restante del relleno. Por último, horneamos a 190 C hasta que se dore.
Gestión del fuego en el ahumador offset – Vídeo de cómo hacerlo
Parece extraño pensar en ello hoy en día… pero ¿te imaginas estar de pie en una multitud… apretado contra la gente a tu alrededor… un poco como estar en un estadio de fútbol en un partido de fútbol… todo el mundo animando y cantando… Eso es justo lo que era el Domingo de Ramos; las multitudes se alinearon en las calles en el camino a Jerusalén. ¿Por qué? Porque Jesús entraba en Jerusalén montado en un burro: era el hombre del que habían oído hablar. El hombre que curaba a los enfermos, que daba de comer a los hambrientos, que defendía a los despreciados y que, según decían, incluso había resucitado a los muertos. Era alguien a quien todos querían ver. Así que se reunieron como para dar la bienvenida a un Rey; alguien que esperaban que cambiara la vida de todos… ¿A quién harías cola en una calle para ver? ¿Por qué crees que la gente estaba tan emocionada por ver a Jesús? Pensar en toda esa gente me hizo pensar en las personas de pan de jengibre… mira algunas de las personas de pan de jengibre que he hecho.Por qué no lo intentas tú mismo y ves si puedes hacer algunas personas de pan de jengibre para nuestra multitud del Domingo de Ramos.Sigue este enlace para la receta y para saber un poco más sobre lo que pasó en el primer Domingo de Ramos.
Lacón en español
Galicia, que ocupa el extremo noroeste de la Península Ibérica, un trozo de España situado por encima de Portugal, es como otro país. Los pastos verdes, las nieblas atlánticas y la piedra gris recuerdan más bien a la Bretaña o al País de Gales. Desde luego, no a la España mediterránea, que es donde yo vivo.
Condujimos a través de una campiña ondulada en la que los espumarajos de niebla flotaban sobre el verde de los viñedos, entrando y saliendo de los bosques de castaños, a través de pequeños pueblos. La Galicia interior es intensamente rural. Las pequeñas huertas son atendidas por mujeres, que parecen estar cavando en la tierra: cavando, sembrando, desbrozando, arando detrás de una yunta de bueyes.
Alrededor de la hora de la comida nos detuvimos en una tienda del pueblo que hacía las veces de bar y restaurante, y compramos queso, jamón, tomate y el vino local, con la intención de preparar un picnic. Pero la tienda no tenía pan. La dueña de la tienda, una mujer que también atendía el bar y a dos niños pequeños, nos dirigió por una callejuela del pueblo, pasando por los hórreos, hasta la panadería.
Compramos una simple hogaza de trigo; admiramos un roscón, un bizcocho horneado en un molde de anillo. El panadero del pueblo, tras haber vendido la mayor parte de los panes de la mañana y haber apagado el fuego del horno, se dispuso a charlar con un par de extranjeros. Resulta que también era el cartero, por lo que podía contarnos las costumbres locales.